jueves, 20 de febrero de 2020

El éxito de las Pringles


Pringles consiguió revolucionar el mercado de los snacks gracias a la ocurrencia de Fredric Baur, un químico que creyó que las matemáticas y la química podrían ayudarle a crear unas patatas fritas con forma de paraboloide hiperbólico, que se venderían apiladas en un bote cilíndrico de cartón, y así poder eliminar gran parte del aire que siempre aparece en las bolsas de plástico tradicionales (y la desilusión que le acompaña, sabiendo que no vamos a comer tantas patatas como pensábamos!).



A Fredric Baur le encomendaron la misión de diseñar un producto con un envase revolucionario, mientras trabajaba para P&G (Procter & Gamble). Esta empresa quería crear unas patatas que tuvieran una forma y tamaño uniformes, que pudieran ser apiladas y empaquetadas sin que se rompieran, y cuyo envase tuviese la menor cantidad de aire posible para que fuesen menos perecederas que las de por entonces.

Baur pensó en una patata con forma de silla de montar. La elección no es casualidad y responde a la necesidad de hacer el producto resistente, que se adaptara a la perfección al cilindro en el que se iba a empaquetar. "El paraboloide hiperbólico es una superficie matemática que tiene unas propiedades muy interesantes gracias a sus curvaturas. Esta superficie se utiliza en arquitectura porque es una superficie estable que ofrece resistencia a las fracturas. Si la forma de las patatas fuera plana, cabrían más en el cilindro, pero también se romperían más y necesitaría mayor grosor, como ocurre con las galletas." (dicho por el matemático Eduardo Sáenz de Cabezón).



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